¡SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA!

Por: Carlos Delfino

Está famosa frase es de Sócrates, escrita por Platón en el diálogo “LA APOLOGÍA DE SÓCRATES”. Pocos conocen la otra parte de la frase con una sabiduría que trasciende el tiempo y se aplica a la vida contemporánea.

“Solo sé que no sé nada y eso me hace más sabio que los que creen saber algo”.

Tal vez por eso jamás respondía a un “Sofista”, luego de dejarlo en ridículo frente a la multitud mostrando su ignorancia. Estos maestro ambulantes que cobraban por sus clases se enojaban mucho con él, pues peligraba su sustento.

Creer saber, es acumular conocimientos sobre una multitud de información, pero nada esencial o trascendente, hay mucho “smog informativo”, pero a la vez con una sensación generalizada de que lo fundamental sigue siendo un misterio. Preguntas de este tipo:“¿Por qué hay tanta injusticia en este mundo?” o “¿Adonde vamos después de muertos?” o “¿Existe el amor? Estas preguntas generan debates interminables sin llegar a una respuesta satisfactoria. Pero quizás la pregunta que más años le dedicó una universidad de primer nivel fue: “¿Qué es la felicidad?”

La investigación sobre la felicidad ha sido objeto de estudio por muchas décadas. La Universidad de Harvard, empezó hace 85 años analizando las vidas de un grupo de personas seleccionadas al azar. A pesar de contar con todos los recursos y la colaboración de instituciones de alto nivel como Stanford, los hallazgos no son muchos, de hecho no alcanzan para definir todo el concepto: las relaciones sanas y la actividad que realizamos son los dos pilares fundamentales de la felicidad. Sin embargo, esto también revela nuestra incapacidad para definir conceptos tan complejos como el amor, que tiene tantas interpretaciones y experiencias como personas en el mundo.

Personalmente, puedo decir que tras 30 años de cátedras e investigación, he llegado a una conclusión crucial: cada uno hace lo que puede con lo que tiene. Es fundamental dejar de juzgar el trabajo de los demás y reconocer que todos estamos en diferentes etapas de nuestra vida y crecimiento y que el verdadero aprendizaje solo se da en el universo interior, no en la mente individual, sino en la mente infinita.

Por ello, el “¡Solo sé que no sé nada!”, se convierte en un mantra que nos ayuda a afrontar nuestras limitaciones mientras buscamos un entendimiento verdaderamente válido. En este contexto, hay cosas que ya se deberían dominar y nadie sabe por qué suceden: ¿Qué es y cuál es el proceso del “efecto placebo?

Este fenómeno, ha demostrado ser capaz de provocar curaciones en personas de una manera casi MILAGROSA rompe con todas las reglas de la fisiología o la bioquímica y nadie sabe el porqué ¿Cómo es posible que, en ocasiones, la creencia en un tratamiento pueda generar cambios tangibles en nuestro organismo? A medida que la ciencia avanza, comenzamos a comprender que somos mucho más que la suma de nuestras partes físicas y que la mente juega un rol crucial en nuestra salud.

La búsqueda del amor y la felicidad, en última instancia, parecen estar interconectados. La expansión de nuestra conciencia es un camino que puede ser arduo y desafiante, pero que es fundamental en esta travesía existencial. En lugar de centrarnos en lo que nos separa, es vital actuar desde un verdadero amor y compasión hacia los demás, recordando que todos somos parte de un todo mayor.

El desarrollo de la Teoría de la Información Integrada (TII), de Giulio Tononi que comienza inspirado por los trabajos de Roger Penrose y Stuart Hameroff, ha generado una renovada discusión sobre la conciencia. Esta teoría, en conjunto con los estudios recientes de la Universidad de Shanghai sobre el entrelazamiento cuántico en el cerebro, sugieren que existe una interconexión generalizada en todo el universo.

David Bohm, uno de los más importantes físicos teóricos y amigo personal de Einstein, postuló que “todo está conectado”, una afirmación que, aunque no ha sido refutada, implica una comprensión mucho más amplia de nuestra existencia.

A medida que vamos desentrañando las complejidades de nuestra conciencia, se hace evidente que la evolución colectiva es un camino que debemos recorrer juntos. Este proceso de autoconocimiento y conexión no solo nos beneficia individualmente, sino que también es un paso hacia la creación de una sociedad más empática y unida.

Cuando aprendemos a amarnos y apoyarnos unos a otros, tenemos la oportunidad de descifrar esos misterios fundamentales que nos han eludido por tanto tiempo.

Vivimos en una era donde la ciencia y la conciencia empiezan a entrelazarse de formas que abren nuevas ventanas a nuestro entendimiento. Es un tiempo de despertar; de comprender que la felicidad no es un estado permanente, sino un viaje lleno de experiencias significativas, relaciones auténticas y un compromiso inquebrantable con nuestros objetivos de vida.

En conclusión, el verdadero conocimiento puede radicar en aceptar nuestra ignorancia y en reconocer que la búsqueda del sentido y la felicidad está fuertemente ligada a nuestras conexiones humanas. El amor, en sus diversas formas, se erige como el hilo conductor que nos une; y quizás, en esa conexión, encontrará la humanidad la clave para un futuro más luminoso. ¿Estamos dispuestos a explorar juntos este viaje de autodescubrimiento?

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