VULNERABILIDAD

Por: Carlos Delfino

En el ámbito del amor, la vulnerabilidad se erige como un concepto fundamental. Sin ella, todo lo que se construya en la práctica es una ilusión; no es amor.

La vulnerabilidad consiste en abrirse emocionalmente y permitir que otra persona contemple nuestras debilidades, miedos, inseguridades y, en definitiva, los aspectos más genuinos de nuestra esencia.

Este acto entraña tanto confianza como valentía, ya que nos expone a la posibilidad de ser heridos.

Sin embargo, es precisamente esta apertura la que permite la formación de una conexión auténtica y profunda. Antes de continuar, permítanme recordarles la definición de amor:

“Es una de las transformaciones de la energía omnipresente y primigenia que llamamos CONCIENCIA, desde el prisma de la unión, la evolución, el crecimiento y la expansión”.

En nuestra contemporaneidad, el amor de pareja no se limita a la pasión, el compromiso o la intimidad; necesariamente debe incluir, les guste o no, la “vulnerabilidad” —de lo contrario, la relación no prosperará. Aquí es donde los egos claman: “¿Mostrar nuestras verdades sin máscaras ni defensas? ¡Vaya tontería! Si exhibes tus debilidades, terminarás pisoteado, además, eso implica que careces de amor propio. Quien no se ama a sí mismo está incapacitado para amar a otros”.

El ego presenta argumentos sólidos, alimentándose de las “modas”. El amor propio desenfrenado ha engendrado un aumento en los psicópatas narcisistas, de los cuales, la sociedad está harta. Mi respuesta a este señor ego es sencilla: “Si continúo perpetuando la ilusión de ser todopoderoso frente a quienes amo, no tendré a nadie a quien amar, ni siquiera a mí mismo”.

Esta vida es un viaje que oscila entre la individualidad y el retorno a la unidad; ningún individuo puede ser verdaderamente “todopoderoso”, porque de ser así, ya no sería un individuo. Sin embargo, el ego, por un lado te persuade de lo contrario y, por otro, te ahoga de miedo.

Compartir sentimientos profundos —ya se trate de alegrías, tristezas o temores— jamás será del agrado del ego. Si persistes en ese “falso yo” que él promueve, terminarás aislado de aquellos que amas. ¡Fuera máscaras!

La verdadera confianza reside en la creencia de que la otra persona no nos juzgará ni nos hará daño, y mucho menos se alejará. Estamos invocando la energía original de la unidad, esto es primordial. Si algo provoca distancia, nunca fue energía de amor.

Muchas situaciones pueden inducir confusión, especialmente aquellas ligadas a emociones efímeras y pensamientos distorsionados por el ego. Estos sentimientos, que parecieran complicar nuestra experiencia, solo pueden disiparse cuando comenzamos a desarrollar la conciencia de unidad. Para Grinberg, alcanzar esa expansión era la meta final.

Pero, ¿por qué es tan crucial despojarse de las máscaras y los mecanismos de defensa para permitir que la vulnerabilidad florezca en el amor? La vulnerabilidad se traduce en “intimidad emocional”; sin ella, las relaciones permanecen en la superficie. Este estado de apertura promueve tanto la “confianza” como el “respeto” mutuo. Aunque puede resultar aterrador, es imprescindible construir relaciones auténticas y duraderas.

Insisto en que este tema puede resultar incómodo; no obstante, la valentía también tiene su lugar. Brené Brown, reconocida investigadora y autora estadounidense, ha dedicado su obra a desentrañar estas complejas dinámicas del ser humano. Sus estudios sobre la vulnerabilidad, la valentía, la vergüenza y la empatía han inspirado a muchas personas a abrazar su autenticidad y a conectarse desde la honestidad emocional.

En su famoso trabajo, “El poder de la vulnerabilidad”, ella sostiene: “La vulnerabilidad es el núcleo de todas las emociones y sentimientos. Es la cuna del amor, la pertenencia, la alegría y la creatividad”. Esta afirmación resume magníficamente la esencia de lo que significa ser vulnerable, que no es más que atreverse a ser uno mismo, con todas sus imperfecciones.

En cualquier contexto que implique crecimiento o la falta del mismo, la “cuna” es el elemento más significativo. Por ello, ser vulnerable no es tarea fácil. La sociedad a menudo nos educa para ocultar nuestras debilidades y hacer frente a la vida con una fachada impenetrable.

Y tú, ¿qué te impide ser vulnerable en tus relaciones? ¿Acaso el miedo al rechazo o al juicio? ¿O tal vez la preocupación por perder el control? Cada uno de nosotros tiene su motivo personal; descubrirlo es un paso fundamental en este proceso de autorreflexión.

El amor, en su concepción más pura, es perfecto; sin embargo, solo manifiesta su verdad y autenticidad cuando nos atrevemos a ser quienes realmente somos. Al abrazar nuestra vulnerabilidad, no solo nos liberamos de las cadenas del ego, sino que también permitimos que el amor fluya en su estado más hermoso.

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