CIENCIA DE LA CONCIENCIA

A partir de los trabajos realizados en la Universidad de Shanghai y los impresionantes descubrimientos sobre las partículas subatómicas, lo que ha destacado en los informes de la ciencia vanguardista es la magia del famoso “entrelazamiento cuántico”, comprobado por Alain Aspect en 1982.

Sin embargo, no se debe pensar que esta es la única característica detectable o cuantificable de la conciencia con la que actualmente se puede trabajar. La Teoría de la Información Integrada (IIT, por sus siglas en inglés), presentada en 2004 por el neurocientífico italiano Giulio Tononi, está aún en pleno desarrollo y se centra en la relación entre la conciencia y la estructura de la información en los sistemas neuronales.

Esta teoría, aunque menos conocida que el entrelazamiento cuántico, es igualmente importante.

Sostiene que la conciencia corresponde a la capacidad de un sistema para generar un tipo de información especial, diferente a cualquier otra. Según Tononi, un sistema consciente posee un nivel de “información integrada” (Φ, phi) que puede medirse; cuanto más información integre, mayor será el nivel de conciencia de dicho sistema.

Un concepto fundamental de esta teoría se deriva de la filosofía milenaria de Platón. Hace más de 2.300 años, Platón abordó la definición de la conciencia como la relación del alma consigo misma. Esta noción ha encontrado eco en la neurociencia contemporánea, demostrando cómo la filosofía antigua puede iluminar aspectos de la ciencia que recién comenzamos a explorar.

Platón concibió la conciencia como un diálogo interno, un lenguaje reflexivo capaz de cuestionar y responder en un mismo acto, lo que se alinea con el aspecto central de la idea de información integrada. Para cuantificar esta información integrada en un sistema, Tononi introdujo la medida denominada φ (phi). Según la IIT, a mayor valor de φ en un sistema, mayor será su nivel de conciencia.

Este enfoque científico enriquece nuestra comprensión de la conciencia desde una perspectiva neurocientífica y ofrece un puente entre las ideas filosóficas milenarias de Platón y los avances de la ciencia contemporánea.

Desde su formulación, la IIT ha sido objeto de numerosas investigaciones. Tononi continúa su labor en la Universidad de Wisconsin-Madison, mientras que el Instituto de Ciencias Cognitivas de la Universidad de Trento, bajo la dirección de científicos como Marcello Massimini y Antonio D’Ariano, explora diversas aplicaciones de esta teoría.

En la vida cotidiana, podemos observar casos concretos que apoyan la propuesta de la IIT. Por ejemplo, en un equipo de trabajo, la colaboración entre sus miembros puede verse como una red de elementos interconectados que generan un flujo de información integrada para alcanzar un objetivo común.

Asimismo, en la comunicación interpersonal, conceptos como la empatía, la comprensión mutua y el amor universal, pueden ser consideradas manifestaciones de conexiones que crean estados de conciencia compartida.

Recientemente, ha surgido un interés creciente en el desarrollo de un “algoritmo muy complejo” para medir la información integrada. Investigaciones interdisciplinarias están avanzando en este ámbito, utilizando matemáticas y computación para facilitar la medición de “Φ” en sistemas biológicos y artificiales. Estos avances no solo profundizan nuestra comprensión de la conciencia, sino que también podrían tener un impacto significativo en áreas como la inteligencia artificial y la neurotecnología.

La IIT, por lo tanto, sigue y seguirá siendo un foco crucial en el debate sobre la naturaleza de la conciencia y las formas en que se puede medir, dejando abierta la posibilidad de nuevas aplicaciones prácticas en el futuro. Este estudio de la IIT también tiene un importante punto de contacto con el fenómeno del entrelazamiento cuántico. El genetista ruso Piotr Petrovich Gariaev dedicó toda su vida profesional a demostrar que el genoma humano es completamente cuántico.

No es la primera vez que se descubren características cuánticas en objetos mucho más grandes que la escala subatómica, pero en el caso del ADN humano, hablamos de un sistema que no solo es totalmente cuántico, sino que también posee otras características que parecerían más propias de una película de ciencia ficción.

En otra entrega, discutiremos la importancia de los “microagujeros de gusano” encontrados en el ADN por Vladimir Poponin, otro científico ruso de su equipo de trabajo.

Lo verdaderamente increíble es que los seres humanos ¡podemos entrelazarnos cuánticamente unos con otros! ¿Y qué implica esto? Que podemos sentirnos a distancia, así como una madre sabe, sin margen de error, si su hijo, del otro lado del mundo, se siente bien o mal.

Los hijos ya nacen entrelazados con sus madres, pero en el caso de una pareja que decida hacerlo ¿qué pasaría? Se le preguntó de manera directa al mismo Dr. Gariaev en una conferencia universitaria.

Su respuesta fue: “Primero deben aprender a generar una ‘SUPRACONCIENCIA’ que involucre a ambos y sea operativa, para no tener constantes problemas.”

Cuando mis alumnos me preguntan: “¿Y cómo se hace eso?” Mi respuesta es simple: “No tengo ni la menor idea.” El mismo Gariaev falleció sin aclararlo; sin embargo, hay algo que me señala directamente hacia el desarrollo de la información integrada de Tononi y su complejidad, como diciendo: “¡Allí tienes la clave!” Así que, se trata de esperar a que los equipos que trabajan para resolver el objetivo central de Giulio Tononi, “medir los niveles de conciencia”, terminen su trabajo.

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