Todo cambia a una gran velocidad. Pero esta vez es muy diferente. Ahora, las cosas tienden a experimentar transformaciones drásticas y masivas. Además se está volviendo evidente para todos, no solo para estudiosos y analistas, sino para personas sin excepción alguna. ¡Aquí ya tenemos un indicio!
Tal vez, en este milagro, los recientes desastres naturales y sus contrastes hayan tenido algo que ver. Porque no todo es negativo. Hoy, una alumna entusiasta me comentaba: “Vi cómo se unieron tantas personas en el caso de Valencia. Fue asombroso, me conmovió muchísimo ver a tanta gente reunida, trabajando codo a codo, en un objetivo común.”
Esto es mucho mayor de lo que parece a simple vista. A lo largo de la historia, siempre hubo cambios, pero los cambios significativos siempre tuvieron que esperar. Solo en el “ambiente” se percibe la gran aceleración o la nueva “inmediatez.” Los cambios estructurales, los realmente importantes siempre tuvieron que esperar, algunos hasta por milenios, son muy pocos los que pueden percibir cambios de ese tipo.
La historia de las ideas, es un caso paradigmático de lo que queremos decir. Es cierto que la humanidad experimentó el impresionante cambio de la objetividad absoluta a la subjetividad total: “Cada uno crea su propia realidad a cada paso,” afirmó la mecánica cuántica hace algunos años.
Pero desde esas antiguas ideas sobre la materia, la sustancia y la objetividad, tuvieron que pasar más de 4 mil años, hasta la aparición de un valiente que sacó a relucir lo evidente por sobre la tradición muerta.
Pueden inventar lo que quieran, pero los humanos solo pueden experimentar la simple percepción en esta ilusión exterior. Por lo que el Ser de las cosas consiste en eso, en ser percibidas: “SER ES SER PERCIBIDO,” decía George Berkeley.
Es justamente por esas ideas eternas, que dominan a toda una raza durante tantos milenios, que nunca avanzamos y hoy estamos como estamos.
A ver si nos entendemos: el frío no existe en sí mismo, es ausencia de calor; la oscuridad no existe en sí misma, es ausencia de luz. De igual forma, lo exterior no existe en sí mismo, es un reflejo de lo interior.
Pues bien, fue la vida interior la que Occidente olvidó durante miles de años. Las religiones, a través de la historia, cambiaron nuestra espiritualidad por deidades externas y rituales inútiles.
Fue recién hace 300 años que un obispo de la Iglesia Anglicana, catedrático de Filosofía dijo: “¿Saben qué? LA MATERIA NO EXISTE, ni sustancia alguna, ni objetividad. LO ÚNICO QUE HAY ES LA REALIDAD PERCEPTUAL y nada más. Si quieren experimentar algo real, busquen adentro; lo que aparece en el exterior es todo ilusión.”
A partir de allí, vinieron muchos, desde el Racionalismo francés del siglo XVII, que sigue la línea de Platón y no la de Aristóteles, pasando por el idealismo alemán del siglo XVIII, que vuelve al valor platónico de las ideas y de la interioridad.
Un abuso, para el poder este peligro tenía que terminar. Por eso, desde el mismo país donde se realizó la brutal declaración de Berkeley, nace el empirismo inglés y el cientificismo del siglo XIX y casi todo el XX, vanos intentos de salvar a la materia, los objetos y la objetividad. ¡Nada de eso existe en sí mismo!
Recién en el siglo XXI, esa idea se respeta: la salida es por el interior y el afuera, es un reflejo de lo que tienes dentro.
De allí que, con Vida Coherente, estamos desarrollando el reto de “EXPANDIR LA CONCIENCIA,” a esa conciencia que solo llegamos a través del corazón, que se conecta de manera directa a las intuiciones puras y no a las ideas del cerebro inconsciente y programado.
Si me preguntan qué es lo mejor que podemos hacer para contribuir a recuperar la coherencia de una buena vez, es simple, solo aprender a reconocer lo que existe y enseñar a otros a usar lo real, eso que tenemos dentro y lo que nos une a todos.
Por todo esto, es urgente encontrar el sentido de la vida. Una sugerencia: ¿por qué no pruebas ayudando a los demás? Con eso sí puedo garantizar que te ayudas a ti mismo, yo lo hago.
Ahora bien, si quieres ayudarte solo a ti mismo, que también es válido, no es por allí, ve al camino real, al interior, sal de la ilusión, ve al camino de la conciencia y del amor.
¿Pero entonces cuál va primero? No importa cuál primero y cual después o si van al mismo tiempo, porque el tiempo (así como el espacio) no existen, es otra ilusión, pero muy persistentes decía Einstein.
Vamos a repasar las diferencias en estos cambios recientes:
Como vimos, las catástrofes son peores que nunca, generan transformaciones drásticas y masivas, pero vienen con muy claros aspectos positivos.
Ahora todos se dan cuenta de todo, la gente ya no compra cualquier cosa, ni obedece las malas gestiones, una gran ayuda para las urnas.
No hay que esperar tanto tiempo para los cambios importantes. Asimismo, hay motivos de sobra para buscar el verdadero sentido de la vida, que todo indica que tiene que ver con la “ayuda” y finalmente, ya es muy obvio que vivimos en una ilusión exterior, reflejo de lo interior y las ilusiones siempre, sin excepción, se terminan.