El amor propio se ha convertido en un concepto fundamental en el crecimiento personal y la salud mental. Al mismo tiempo, el entrelazamiento cuántico, una propiedad de la física que revela la interconexión de las partículas en sus niveles más básicos. Al explorar estos conceptos, encontramos un hilo conductor que sugiere que, en un nivel más profundo, todos estamos conectados.
Esta conexión puede interpretarse de múltiples maneras, y a través de la práctica de un amor basado en la empatía, la compasión y la identificación, podemos entrelazarnos en el tejido humano de la existencia.
El amor propio es la base sobre la cual construimos nuestras relaciones y nuestra conexión con el mundo. No se trata de egoísmo ni de narcisismo; es el reconocimiento y aprecio por quienes somos. Cultivar el amor propio nos permite vivir desde un lugar de autenticidad y bienestar, lo que influye positivamente en nuestras interacciones con los demás.
Cuando practicamos el amor propio, aprendemos a cuidarnos, a establecer límites saludables y a respetar nuestras necesidades. Este proceso puede incluir la auto-reflexión, la meditación o simplemente el reconocimiento de nuestros logros y cualidades. A medida que desarrollamos esta relación interna positiva, se expande a nuestros vínculos con los demás.
El entrelazamiento cuántico es un fenómeno sorprendente en el que dos partículas pueden interconectarse de tal manera que el estado de una influye instantáneamente en el estado de la otra, sin importar la distancia que las separe. Esta interconexión parece desafiar nuestra comprensión clásica del espacio y el tiempo, sugiriendo que, a un nivel fundamental, todo en el universo está vinculado y, por ende, todos somos uno —una noción que, aunque controvertida, fue también difícil de aceptar para Einstein en su tiempo.
Al reflexionar sobre estas ciencias, encontramos paralelismos profundos con el amor propio. Cuando nos amamos y aceptamos a nosotros mismos, extendemos esa energía al universo.
El amor no es solo una experiencia emocional; es una vibración que resuena con todo lo que nos rodea. De la misma manera que las partículas entrelazadas, nuestras emociones y pensamientos tienen el poder de influir en otros, creando una red de conexiones invisibles.
La idea de que “todos somos uno” ha sido explorada en diversas tradiciones espirituales y filosóficas a lo largo de la historia. Este concepto sugiere que, a pesar de las apariencias de separación, estamos intrínsecamente conectados a nivel emocional, espiritual y, como hemos visto, cuántico.
Cuando abrazamos la realidad de que todos somos uno, comenzamos a ver a los demás no como seres independientes, sino como extensiones de nosotros mismos. Esta perspectiva es esencial para desarrollar empatía y compasión. Cada acto de amor propio que cultivamos no solo enriquece nuestra vida, sino que también reverbera en el tejido de la comunidad, creando un efecto dominó de amor y conexión que trasciende el tiempo y el espacio. Así, el amor propio se convierte en un acto no solo de autovaloración, sino de transformación colectiva, confirmando la verdad profunda del entrelazamiento: al amarnos a nosotros mismos, elevamos a todos en el camino del amor.
La empatía y la compasión son elementos esenciales que emergen de la práctica del amor propio. Al estar en sintonía con nuestras emociones y experimentar un amor saludable por nosotros mismos, estamos mejor equipados para entender y sentir las emociones de los demás. La empatía, en particular, puede ser vista como una forma de entrelazamiento emocional.
Cuando empatizamos con el dolor o la alegría de otra persona, estamos creando un puente energético que nos une. Esta conexión se siente intuitiva, como si estuviéramos sintiendo lo que la otra persona siente. A nivel cuántico, podríamos argumentar que este acto de comprender y sentir con el otro refleja una realidad más amplia donde la separación es una ilusión.
La compasión va un paso más allá. Involucra no solo entender y sentir lo que el otro experimenta, sino también actuar en consecuencia. Cuando sentimos compasión, estamos dispuestos a ayudar, tenemos un plan (decía Rollin McCraty) para a ofrecer nuestro tiempo, recursos y amor. Esta acción transformadora no solo beneficia a la persona que recibe, sino que también enriquece nuestra propia experiencia de amor y conexión. De allí que es tan importante comunicarnos, no recibes ayuda, pues nadie lo sabe, no es vergüenza estar temporalmente mal.
El Último Eslabón, desde mi punto de vista es la identificación, un paso crítico en nuestro viaje hacia una conexión humana más profunda. Implica reconocer las similitudes entre nosotros y los demás, en lugar de enfocarnos únicamente en las diferencias. Al ver a otro ser humano y decir: “Yo también he sentido eso; yo también he pasado por allí”, emprendemos un viaje hacia la unidad.
El neurocientífico Jacobo Grinberg exploró esta identificación profunda, sugiriendo que, al empatizar dos personas (o más), desarrollando emociones de amor profundo, pueden, sin la ayuda de ninguno de los 5 sentidos básicos, “SENTIRSE,” sentir su presencia en uno mismo. Es en ese momento es cuando se puede sentir en esta escala humana el Entrelazamiento que ya sabemos que todos tenemos a nivel cuántico (en la “Matrix,” no sientes nada).
Sí existe algo que es fácil de sentir, y que en 2 días lo festejamos se trata de esos arrebatos de placer. No está mal, es muy bonito y tendría una importante lista de beneficios físicos en el corto plazo.
Pero allí solo necesitas ciertas sustancias químicas (neurotransmisores) y la necesaria conexión eléctrica entre neuronas. Allí predominan los pulsos y los impulsos, algunos te suben al cielo con el estómago lleno de mariposas, campanitas y un cosquilleo inconfundible. Otras veces… mejor no diremos nada, solo en honor al festejo.
El enamoramiento es demasiado físico y automático para llamarlo amor puro, no obstante si la pareja se dedica al crecimiento espiritual de manera conjunta, en teoría tienen hasta 3 años antes que los receptores de esos neurotransmisores (dopamina, oxitocina, serotonina y muchos más), se saturen y ya no proporcionen esa ayuda tan eficaz. La naturaleza puede estar castigada pero no deja de ser amigable para con sus hijos, así que veamos lo bueno.
¡Felicidades para todos en este 14 de febrero, sin importar el tipo, nivel o matiz en el cual estén actualmente expresando su amor!